Además de describir sus propios descubrimientos, Gilbert dedicó
largos capítulos de su libro a la realización de un análisis
crítico de escritos anteriores sobre el imán y la brújula.
Por ejemplo, revisó la afirmación de que el ajo privaba a
un imán de su propiedad, para "Plutarco y Claudio Ptolemeo y todos
los copistas desde sus tiempos," comentando que "así en la filosofía
muchas conjeturas falsas y sin valor provienen de fábulas y falsedades."
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Direcciones del compás sobre
diferentes partes de la terrella
de Gilbert. |
De sus propios experimentos, el más importante fue hecho mediante
una "terrella" ("Pequeña Tierra") magnetizada, un imán
magnético que servía de modelo de la Tierra. Moviendo una
pequeña aguja sobre la superficie de la terrella, Gilbert reprodujo
el comportamiento direccional de la aguja; según se cree, también
demostró esto frente a la reina Isabel y su corte.
[En tiempos modernos, los científicos han usado terrellas magnetizadas
dentro de cámaras de vacío para imitar el efecto del magnetismo
terrestre sobre los electrones de la aurora, las partículas de los
rayos cósmicos y del viento solar. Para ver un ejemplo, vea aquí.]
Además de estudiar los imanes, Gilbert también examinó
un fenómeno vagamente similar, el hecho de que ciertos materiales,
cuando se frotaban ligeramente con un paño o con piel, atraían
objetos ligeros como trocitos de paja. Uno de esos materiales era el ámbar,
una resina amarilla fosilizada llamada elektron por los antiguos
griegos. De ellos tomó Gilbert el nombre de "fuerza electrick" para
esa atracción y de aquí provienen voces como carga eléctrica,
electricidad, electrones y electrónica. Gilbert también diseñó
una aguja ligera pivotada, el "versorium", que se parecía a la aguja
de un compás o brújula, y servía para observar la
dirección de la fuerza eléctrica.
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