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17.   Magnetismo Planetario 


  Hasta la mitad del siglo XX el magnetismo terrestre parecía ser un feliz accidente de la naturaleza. Era necesario fijar correctamente demasiados factores --el centro fluido de la Tierra, su conductividad eléctrica y sus movimientos--, todo tenía que satisfacer las estrictas exigencias de la teoría de la dinamo. 

Esto ocurría antes de que se visitaran y examinaran otros planetas del sistema solar. Ahora conocemos que entre esos planetas solo Venus está desprovisto de magnetismo. Los planetas se diferencian mucho en tamaño y propiedades, y sus campos también se diferencian. Pero todos aparentar tener campos de dinamo o (en el caso de Marte y la Luna) los han tenido en el pasado. 

Júpiter

  Júpiter
(versión mayor)
  En 1955, dos jóvenes radio astrónomos comenzaron a trabajar con un conjunto de antena en forma de cruz del Departamento de Magnetismo Terrestre del Carnegie Institution (DTM). El conjunto podía seleccionar señales en un rango estrecho de direcciones, y Ken Franklin y Bernie Burke lo calibraron usando una fuente conocida, la Nebulosa del Cangrejo, comenzando posteriormente a escrutar el cielo circundante. 

  Encontraron otra fuente de radio prominente, pero a diferencia del Cangrejo, su posición estaba ligeramente desviada. ¿Podría ser Júpiter? Estando cerca de la antena durante la noche, Bernie notó una estrella sobre su cabeza y le preguntó a Ken ¿qué es esa cosa brillante ahí arriba? Era Júpiter y esa era la señal que provenía de allí. Al publicar sus resultados, los astrónomos suponían que "la causa de esta radiación no es conocida pero es probable que sea debida a perturbaciones eléctricas en la atmósfera de Júpiter."

  En 1959, después de haber sido descubierto el cinturón de radiación terrestre, Frank Drake observó Júpiter y de las intensidades relativas en un rango de longitudes de onda sacó la conclusión de que la señal era emitida probablemente por electrones atrapados en un fuerte campo magnético. Posteriormente, en 1973, la sonda espacial Pioneer 10 pasó por Júpiter y encontró allí, con bastante seguridad, un enorme campo magnético planetario y un cinturón de radiación muy intenso.

  Si los campos de la Tierra y Júpiter fueran representados aproximadamente por barras magnéticas en el centro del planeta, el imán sería unas 20.000 veces más fuerte. El eje magnético de Júpiter, como el de la Tierra, está ligeramente desviado del eje de rotación, pero mientras Júpiter y la Tierra ( y otros planetas) giran en el mismo sentido, la polaridad magnética de Júpiter es contraria a la de la Tierra. 

  Lo que produce ese campo aún no está claro. Nadie sabe de que está constituido el centro de Júpiter, pero según una teoría ampliamente mantenida, es hidrógeno, comprimido por el enorme peso de las capas exteriores del planeta hasta el punto en que se convierte en metal y conduce la electricidad. Las extrañas señales de radio observadas por Franklin y Burke provienen del cinturón de radiación de Júpiter, el más intenso del sistema solar, tan intenso que después de pasar a su través el Pioneer 10 sufrió algún (menor) daño por radiación. Junto con su cinturón de radiación, Júpiter también tiene auroras, observadas desde la Tierra por el telescopio en órbita Hubble. 
    Auroras de Júpiter
  (versión mayor)

  El campo magnético de Júpiter produce una interesante interacción con las grandes lunas del planeta (que son mayores que la nuestra). Io, la  luna más interior, está calentada por sus mareas, es un mundo extraño con volcanes activos de azufre y una delgada atmósfera. La ionosfera y/o el cuerpo conducen la electricidad y el movimiento relativo entre las magnetosferas de Io y de Júpiter crean un circuito de dinamo, que produce grandes corrientes que discurren entre ellas.

  La sonda espacial Voyager 1 pasó cerca de esas corrientes el 5 de marzo de 1979 y observó sus campos magnéticos. Estos campos también afectan a las emisiones de radio de Júpiter y causan que la "señal" que envía a la Tierra aumente y disminuya, dependiendo de la posición de Io. Las observaciones más recientes de la sonda espacial Galileo también sugieren que la luna Ganímedes tiene su propio campo magnético. La magnetosfera de Júpiter a esas distancias gira con el planeta, y al moverse más allá de Ganímedes, la luna aparentemente la corta con su pequeña magnetosfera. 

Otros Planetas

  Los cuatro planetas gigantes --Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno--fueron visitados por el Voyager 2. (Los dos primeros también fueron visitados por los Pioneer 10 y 11 y por el Voyager 1, y la sonda Ulysses voló sobre Júpiter, mientras que la sonda Galileo está actualmente en órbita a su alrededor). Los cuatro tienen campos magnéticos mucho más fuertes que el de la Tierra, de la misma forma que lo descrito antes para Júpiter. El eje magnético de Saturno, aparenta estar exactamente alineado con su eje de rotación, dentro de la precisión de las observaciones. 

  Por otro lado, los ejes magnéticos de Urano y Neptuno están inclinados unos 60º hacia su eje de rotación. La forma y las propiedades de una magnetosfera planetaria dependen del ángulo entre el flujo de viento solar (la dirección del Sol) y el eje magnético, y para esos dos planetas el ángulo cambia muy rápido continuamente. Como resultado, sus magnetosferas experimentan fuertes variaciones durante cada rotación, aunque ambas logran retener partículas. El origen de esos campos es desconocido: Saturno es lo suficiente grande para producir hidrógeno metálico en su núcleo, pero Urano y Neptuno no lo son. 

  El planeta Venus fue visitado por el Mariner 10 en 1974, continuando desde allí hacia Mercurio. Se encontró que Venus no tenía magnetismo: el viento solar es frenado por su alta atmósfera, la ionosfera, creando un tipo completamente diferente de magnetosfera, más perecida a la cola de un cometa. Por otra parte, el pequeño Mercurio --una roca sin aire, solo ligeramente más grande que nuestra luna, gira muy lentamente-- sorprendió a los observadores por estar magnetizado. Su campo magnético es débil y probablemente no se extiende lo suficientemente lejos como para atrapar muchas partículas, pero cuando la nave espacial pasó por su lado oscuro, se observó una repentina contracción en la que las partículas estaban aparentemente energizadas. Para conocer más sobre todo esto, la NASA ha programado la misión  "Messenger" para volar a Mercurio y orbitarlo. 

Marte y la Luna tienen en su superficie grupos de rocas magnetizadas de forma permanente, sugiriendo que aunque hayan perdido hoy su campo de dinamo, en algún momento en el pasado poseyeron uno. Esto coincide con los gigantescos volcanes (aparentemente extintos) observados sobre Marte, que sugieren un interior caliente. 

  Magnetización de Marte: rojo en una dirección,
      azul en la opuesta
  Para más detalles, vea 
  Foto Astronómica del Día, 4 de mayo de 1999
      Los grupos magnetizados sobre el planeta, observados por primera vez por el Mars Global Surveyor, son especialmente sorprendentes debido a que parecen formar bandas, recordando a los investigadores las bandas magnéticas observadas en el fondo del mar en la Tierra, de donde surgió la idea de las placas tectónicas. Las observaciones magnéticas sobre Marte, sin embargo, no son todavía lo suficiente detalladas como para permitir ninguna conclusión firme. 
Los campos magnéticos planetarios parecen ser así la regla, no la excepción, al menos en nuestro sistema solar. Han pasado unos mil años desde que el descubrimiento del compás magnético nos proporcionó la primera pista sobre esos campos. Cuando su estudio entra en su segundo milenio, parece que existen más preguntas sin respuesta que nunca. 

           Cronología del geomagnetismo
 

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Author and Curator:   Dr. David P. Stern
     Escríbele al Dr.Stern: (En Inglés por favor):   earthmag("at" symbol)phy6.org

Traducción al español por J. Méndez
Última Actualización: 11-25-2001